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¿Cómo se administra una pandemia a nivel mundial cuando son pocos los países que invierten en el famoso binomio I+D (investigación y desarrollo)?

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Enseñanzas del 2020…

Todo mundo ha de recordar cuando en México, el fin de semana largo establecido en marzo de 2020 debido al natalicio de Benito Juárez, se convirtió en un fin sin retorno a la vida como la que llevábamos hasta antes de esas fechas. Hoy en día, todo mundo debe saber que la causa de ese no retorno a “la normalidad” es la pandemia que se originó en Wuhan, China, a finales del año 2019 y que aún persiste.


Es así, que desde Asia, un nuevo virus (Covid-19) recorrió toda la urbe esférica del planeta para llegar hasta América; en particular hasta México, nuestro país, en el cual más de 127 millones de personas cohabitamos actualmente en esta latitud y, en dónde, conforme con los datos reportados por el Banco Mundial(https://datos.bancomundial.org/indicador/GB.XPD.RSDV.GD.ZS?locations=CN) en el año 2018 -que de acuerdo con la OMPI, fue un año en donde mundialmente hubo crecimiento en el gasto en la Investigación y el Desarrollo (I+D) (https://www.wipo.int/edocs/pubdocs/es/wipo_pub_gii_2020_keyfindings.pdf), el gasto contemplado para I+D ascendió al 0.31% del PIB anual; que en contraste con China, para el mismo año, dicho porcentaje del PIB invertido en I+D fue de 2.19%, lo que significa que vivimos en un país que invierte en I+D aproximadamente un 700% menos que lo que invierte una potencia económica en auge.


Por otro lado, los coronavirus no son nuevos en la historia de la humanidad, basta revisar, por ejemplo, la historia del coronavirus causante del síndrome respiratorio de Oriente Medio, el cual fue detectado por primera vez en Arabia Saudita en 2012 de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud -OMS-(https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/middle-east-respiratory-syndrome-coronavirus-(mers-cov)). Sin embargo, este nuevo tipo de coronavirus del síndrome respiratorio agudo denominado SARS-CoV 2 -SARS, por sus siglas en inglés- (también conocido como Covid-19) ha causado mayores estragos a nivel mundial debido a que es fácilmente y altamente transmisible (https://www.bbc.com/mundo/noticias-52797076).


Es así, que desde el 2019 cuando se supo de este nuevo virus, se comenzó en diferentes países del mundo, una carrera desenfrenada por encontrar una vacuna que nos permitiera controlar la propagación de la enfermedad, reduciendo los contagios y las muertes lo más pronto posible.


De acuerdo con los datos publicados en un informe de la OMS el 10 de diciembre de 2020, 52 vacunas candidatas se encuentran en evaluación clínica, lo que significa que podrían convertirse prontamente en potenciales vacunas para ser fabricadas masivamente y aplicarse en las diferentes poblaciones (https://www.who.int/publications/m/item/draft-landscape-of-covid-19-candidate-vaccines). De hecho, ya hay algunas vacunas que finalizaron la evaluación clínica y han comenzado con los trámites para que los gobiernos las aprueben. Tal es el caso de la vacuna de Pfizer aquí en México (https://www.gob.mx/cofepris/es/articulos/la-cofepris-otorga-autorizacion-para-uso-de-emergencia-a-vacuna-para-prevenir-la-enfermedad-por-coronavirus-covid-19?idiom=es).


Sin embargo, a pesar de que el desarrollo de las vacunas va avanzando “viento en popa” debido al desarrollo tecnológico que se ha alcanzado en el siglo XXI, se presenta otra cara de la realidad y, es que no todos los países cuentan con los recursos económicos para poder acceder a la adquisición de dichas vacunas candidatas, como las que desarrollan empresas como Inovio, Moderna, Novavax, Pfizer (de Estados Unidos); Clover Biopharmaceuticals, Cansino Biologics (de China) o AstraZeneca (de Reino Unido) por mencionar algunas.


Es así, que se ha lanzado una iniciativa a nivel internacional (denominada COVAX) que es administrada por la GAVI (Alianza para las vacunas), la CEPI (Coalición para las Innovaciones en Preparación para Epidemias) y la OMS (Organización Mundial de la Salud) que tiene como finalidad: (1) acelerar mediante el compromiso anticipado de mercado (CAM) del COVAX el desarrollo y la fabricación de las vacunas contra el Covid-19 a fin de que se comience prontamente con la distribución de éstas mismas a través de los diferentes fabricantes de vacunas y los gobiernos de los países participantes; (2) procurar un acceso equitativo a los países participantes a vacunas seguras y eficaces contra el COVID-19 de manera que todas adquieran el número necesario para que en una etapa inicial se vacune al 20% de cada una de las poblaciones de cada país participante, centrándose en los y las trabajadoras del área de la salud y los grupos más vulnerables. Se planea que para finales del 2021 se hayan distribuido 2 mil millones de dosis (https://www.who.int/es/news/item/24-08-2020-172-countries-and-multiple-candidate-vaccines-engaged-in-covid-19-vaccine-global-access-facility).


Finalmente, cuando un país está innovando y desarrollando tecnología en los diferentes rubros de alto impacto social como la salud, se verá en la necesidad de proteger sus invenciones mediante las instancias existentes para la gestión y administración de la propiedad industrial (PI).


Es así, que la PI puede ser un parámetro a partir del cual podamos tener una noción de cuánto invierte un país en I+D. A este respecto, señalamos a modo de ejemplo, que Estados Unidos fue el país que más patentes recibió el año pasado en nuestro país y el que más solicitudes de patente presentó en los diferentes rubros tecnológicos (https://datosabiertos.impi.gob.mx/Paginas/Invenciones.aspx). Por lo anterior, no nos extraña que la primera vacuna contra el COVID-19 que haya aprobado COFEPRIS para su consumo en México de forma masiva, sea de una empresa norteamericana.


Las enseñanzas que nos deja este 2020 son muchas y muy variadas, pero en definitiva que una de ellas es que aquellos países que no tengan como una de sus prioridades la inversión en I+D, que a su vez pueda verse reflejado en términos de PI, serán los que condenen a sus habitantes a vivir en una incertidumbre entre la vida y la muerte ante una pandemia como la que vivimos actualmente.




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