Varios meses han transcurrido desde aquellas primeras noticias que nos llegaban desde China relacionadas con la aparición de “brotes de neumonía vírica de origen desconocido”.
En ese tiempo escuchábamos la noticia sin inmutarnos, viendo muy lejana China y sus brotes de neumonía atípicos. Muy pronto descubrimos el “error” de nuestra ingenuidad…
Para enero conocíamos el nombre del virus que vino a cambiar la cara y las expectativas que teníamos para 2020, irónicamente poco tiempo después de haberlo recibido con optimismo y esperanza, como suele ocurrir cada que inicia un año. Pronto descubrimos que 2020 traía sus “propios” planes y que sería diferente a cualquier otro año que hayamos vivido la mayoría de nosotros…
El posible origen químico o animal del virus ha sido objeto de múltiples controversias, en donde “teorías y evidencias” de diferentes grupos van y vienen; sin ponerse de acuerdo. Mientras, las farmacéuticas se han enrolado en una carrera contra el tiempo para fabricar una vacuna efectiva contra el Coronavirus SARS-CoV-2 en el menor tiempo posible. La Universidad de Oxford/AstraZeneca, Moderna, Sinovac Biotech, Universidad de Melbourne, son algunas de las compañías/instituciones que están en esta competencia y que señalan que tienen resultados prometedores y esperan tener la vacuna para mediados de 2021, una fecha que parece muy lejana aun, no obstante que representa una fecha récord para la obtención de un medicamento de estas magnitudes.
Ante la espera impaciente por la vacuna, el COVID-19 sigue avanzando, las estadísticas publicadas por la OMS al 07 de septiembre apuntan a 27,032,617 casos confirmados a nivel mundial (https://covid19.who.int/). Para esa misma fecha, nuestro país ha registrado 629,409 casos confirmados (https://covid19.who.int/region/amro/country/mx). Estos datos justifican los esfuerzos conjuntos que gobiernos, organismos de salud y población en general han tomado para tratar de frenar el avance del virus. Estos esfuerzos han resultado en el surgimiento de una nueva normalidad, en donde todos sin importar edad o género estamos reaprendiendo a realizar nuestras actividades. Nuestros hogares han cedido espacio para convertirse en oficina, escuela, centro recreativo y de entretenimiento. Términos como “cuarentena”, “quédate en casa” “aislamiento”, “distanciamiento social”, “pandemia”, “home office”, “videoconferencia”, “clases en línea”, “mascarilla”, “careta”, “gel”, etc., forman parte de nuestro “nuevo” vocabulario cotidiano.
Dentro de este marco, ¿En términos económicos que debemos esperar? De acuerdo a estimaciones del Fondo Monetario internacional (FMI), la economía mundial sufrirá una contracción del -3% en 2020; la contracción económica se estima alrededor 5.2% para América Latina. En el caso de México, dicha contracción se pronostica en -6.2% solo superado por España, Francia e Italia. Del otro lado, los pronósticos de crecimiento para nuestros país van desde un crecimiento positivo de 0.1% conforme a lo señalado por la Secretaría de Hacienda y Crédito público (SHCP) hasta un -12% que establece BBVA en un escenario pesimista, uno en el que tanto México como Estados Unidos tienen malos resultados con la pandemia (https://www.colef.mx/wp-content/uploads/2020/05/articulo-divulgacio%CC%81n-eliseo-diaz-11may20-1.pdf).
Ante este escenario poco alentador, tanto empresas, emprendedores, investigadores, inventores independientes, etc., deben optimizar sus recursos y definir estrategias eficaces para proteger sus inversiones y hacer negocio. Dentro de este marco, la Propiedad Industrial juega un papel esencial para proporcionar una protección sólida y efectiva a los activos intangibles (productos, procesos, equipos, software, diseño de productos, logotipos, marcas, etc.) a fin de garantizar los derechos de propiedad correspondientes y evitar que un tercero en México o el extranjero haga un uso inapropiado de dichos activos obteniendo un beneficio económico de manera ilícita.
Realizar una planeación estratégica alrededor de los activos intangibles que se comercializarán agregará no solo valor a éstos al permitir que el público identifique los productos y servicios de manera distintiva con respecto a los que se comercializan en el mismo ramo, sino que permite entrar a negociaciones con la certeza de ostentar el derecho y la exclusividad sobre el activo intangible, licenciar los activos, construir estrategias alrededor del know-how que deriven en ventajas competitivas para el negocio y emprender acciones legales contra quienes utilicen sin autorización los bienes intangibles sujetos de protección.
En resumen, la Propiedad Industrial es un aliado estratégico para la realización de negocios en estos tiempos que demandan una mayor y mejor planeación.
Quedamos en contacto para cualquier duda o aclaración.