La marca es un activo intangible del negocio y parte fundamental en su crecimiento. Sin embargo, al iniciar un negocio es común, aunque no conveniente, ignorar la importancia de proteger y registrar la marca con la que se identificará el proyecto. En muchas ocasiones se hace conciencia de la necesidad de proteger legalmente la marca hasta el momento en que se empieza a crecer o cuando la marca ya está posicionada y surgen situaciones que perjudican el negocio y el proyecto, como la falsificación, piratería, uso indebido para engañar al consumidor / proveedores e incluso, conflictos con los propios socios.
La forma de proteger la marca en México es solicitando su registro ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI). Al obtener la concesión del registro, la Ley otorga derechos y obligaciones al titular por diez años que incluyen, el derecho a usar la marca en exclusiva en todo el país, protegerse ante posibles infractores, falsificadores y/o invasores, así como a impedir que otros puedan registrar marcas que sean similares o confundibles. Con el registro de la marca surge también la posibilidad de otorgar licencias a personas interesadas en usarla o crear franquicias, lo que ampliará el mercado. Adicionalmente, la marca incrementa el patrimonio del negocio, pues es posible venderla o incluso darla como garantía para obtener una línea de crédito.
Existen varios lineamientos prácticos/legales que se deben cumplir para tramitar el registro de una marca, entre estos destacan:
- Presentar la solicitud de registro de marca.
- Enterar el pago de derechos oficiales al IMPI.
Se deben incluir los datos de la marca y del solicitante y seleccionar la clase de productos o servicios conforme a la actividad del negocio. es recomendable verificar la viabilidad de protección antes de realizar cualquier pago al IMPI para evitar gastar tiempo y dinero en un trámite que podría no tener buenas posibilidades de éxito.
El registro de una marca sólo otorga derechos por una “clase”, por lo que se debe solicitar un registro por cada clase que se considere necesaria para su protección. Existe una Clasificación Internacional de Productos y Servicios que dispone de 45 clases (es decir, para un grupo de productos o servicios que se agrupan conforme al catálogo existente) para elegir la que más se adapte a tu oferta en el mercado.
Una vez que la solicitud es presentada, la Oficina de marcas la somete a estudio; si la misma no tiene problema alguno, se expide el título de registro. De lo contrario, se emite un oficio de requisitos o de impedimento legal, que es notificado a través de la Gaceta Oficial, que otorga un determinado plazo al solicitante de la marca para contestar las consideraciones de la Autoridad. Si no se da respuesta en tiempo, el trámite se tiene como abandonado.
Finalmente, cuando la marca es concedida, se deben cumplir una serie de formalidades para mantenerla en vigente, como declarar que se está usando una vez que cumpla tres años de haber sido concedida, y renovarla diez años después de haberse presentado el trámite inicial de solicitud.
Algunos de los errores más comunes son creer que un solo registro protege la totalidad del negocio, asignar incorrectamente la clase de productos o servicios, o incluso no obtener el registro. Contar con asesoría especializada en la correcta clasificación que apoye a determinar las clases que ofrezcan una mayor protección a la marca conforme al modelo de negocio, así como para realizar un análisis de la viabilidad del registro, evitará impedimentos formales y reducirá los riesgos de tener que perder tiempo y dinero en una marca que quizá no tenga buenas posibilidades de registro.
La protección que se obtiene al registrar una marca permitirá utilizarla libremente y en exclusiva dentro de México durante diez años. Además, se tiene un sustento para evitar que la repliquen otras personas y abusen de su prestigio, pues las marcas son cada vez más vulnerables a este tipo de situaciones al difundirse en publicidad y comercio digital en medios masivos como el internet.
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